Como no conocemos todos los detalles, podríamos pensar que Jonás era un hombre poco fiable e incluso desleal. Jehová le había dado la orden de anunciar un mensaje de condena en Nínive. Pero, en vez de obedecer, Jonás subió a un barco que iba en la dirección contraria, “lejos de Jehová” (Jon. 1:1-3). Nosotros quizás no le hubiéramos dado otra oportunidad para cumplir su
misión. Pero Jehová pensó que sí la merecía (Jon. 3:1, 2). Podemos saber la clase de persona que Jonás era en realidad gracias a la oración que hizo desde el vientre del pez (Jon. 2:1, 2, 9). Esta oración, sin duda una de las muchas que hizo, nos ayuda a ver que él era más que un hombre que huyó de una asignación. Sus palabras reflejan humildad, gratitud y un intenso deseo de obedecer a Jehová. Con razón Jehová vio más allá de lo que Jonás hizo, contestó su oración y siguió usándolo como profeta. Es muy importante que los ancianos se aseguren de “oír los hechos” antes de aconsejar a alguien. w20.04 15 párrs. 4-6

LECTURA SEMANAL DE LA BIBLIA. 2 REYES 4
Esta mujer, la esposa viuda de uno de los hijos de los profetas, tenía deudas y ningún medio para pagarlas. El sistema legal en Israel no permitiría aquí declararse en bancarrota; ella tenía que dar a sus hijos como siervos temporales a su acreedor como pago por sus deudas.
A pesar de lo inhumano que esto pudiera parecer, el acreedor estaba dentro de sus derechos; pues la ley Mosaica permitía esclavizar al deudor y a sus hijos a más
tardar hasta el año del Jubileo para poder así pagar la deuda con trabajo.
Hay algo de evidencia aquí de que esta vasija no era un suministro grande para la cocina, sino una vasija más pequeña. El pedir vasijas prestadas de esta manera daba pie a preguntas incómodas, pero ella hizo como la palabra de Dios, a través de su profeta, se lo ordenó.
Eliseo le dijo a la mujer que tomara lo que tenía, una vasija de aceite y que lo echara sobre las vasijas prestadas. Mientras ella hacia esto el aceite milagrosamente siguió saliendo de la vasija original hasta que todas las vasijas prestadas estuvieron llenas. Al final, ella tenía mucho aceite.
El milagro fue dado de acuerdo a la medida de su fe previa al pedir vasijas prestadas. Ella pidió suficientes vasijas prestadas como para que el exceso de aceite fuera vendido y proveyera el dinero para pagar la deuda al acreedor y para proveer para el futuro.
Esta notable relación entre Eliseo y la mujer Sunamita inició cuando la mujer buscó hacer algo por el profeta. Eliseo no buscó nada de esta mujer; ella eventualmente lo empezó a invitar insistentemente a que comiesecomo un invitado de su hospitalidad.
La mujer Sunamita entonces buscó hacer más por el profeta. Con la aprobación de su marido, construyeron un cuarto para que Eliseo se quedara en sus frecuentes viajes sobre esa área.
Para esta mujer estéril esta promesa parecía muy buena para ser verdad. El estigma asociado con la esterilidad era duro en el mundo antiguo, y este hijo prometido sería la respuesta al anhelo de su corazón y eliminaría el estigma de la esterilidad.
El niño murió trágicamente en las piernas de su madre después de un breve tiempo de aflicción. Su cabeza le dolía gravemente; lo que probablemente fue provocado por el calor de la temporada de la cosecha, al cual se expuso en el campo.
Esto muestra la fe de la mujer. Se preparó para la resurreccióndel niño, no para su funeral. Ella no tenía duda de que Elías había levantado de los muertos al hijo de la viuda de Sarepta; y ella creía que aquel que había obtenido este regalo de Dios para ella, podía obtener su restauración a la vida. Eliseo parecía desconcertado de que esta mujer estuviera en una crisis que le fuera oculta. En vez de ir él mismo directamente, Eliseo envió a su siervo con su báculo.
Dios sí sanó al hijo de la Sunamita en respuesta a la oración de Eliseo. Él oró siguiendo el ejemplo de su mentor Elías. Pudiera parecer que se incurrió en inmundicia ceremonial con el toque de este cadáver. Hay un contraste significativo entre la extendida súplica de Elías y Eliseo y la orden autoritaria de Jesús al levantar a los muertos (como en Juan 11:43). Elías y Eliseo apropiadamente rogaron a Dios que levantara a los muertos. Jesús ordenó a los muertos que se levantaran.
Eliseo sentía una responsabilidad especial de ayudar en esta situación porque él les dijo a los hombres que reunieran los ingredientes para el potaje, y ellos recogieron las calabazas silvestres que envenenaron el potaje. No había nada inherentemente purificador en la harina que Eliseo puso en la olla. La verdadera purificación fue una obra milagrosa de Dios.
En un milagro que anticipó el milagro de Jesús de alimentar a los 5,000, Eliseo ordenó que una pequeña cantidad de pan fuera servida a los 100 hombres.
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Pablo razonó con ellos usando las Escrituras, explicando y probando con referencias (Hech. 17:2, 3).
Los discípulos del siglo primero aceptaron las enseñanzas cristianas y buscaron la ayuda del espíritu santo para entender la Palabra de Dios. Investigaron para asegurarse de que tales enseñanzas se basaban en las Escrituras (Hech. 17:11, 12; Heb. 5:14). Su fe no se sostenía solo sobre sentimientos y emociones, y no le servían a Jehová únicamente porque disfrutaran de estar con otros cristianos. Más bien, basaron su fe en “el conocimiento exacto de Dios” (Col. 1:9, 10). Las verdades de la Palabra de Dios nunca cambian (Sal. 119:160). Por ejemplo, no cambian si un hermano nos ofende o comete un pecado grave. Y tampoco cambian cuando tenemos problemas. Así que debemos conocer a fondo las enseñanzas bíblicas y estar convencidos de que son ciertas. Tal como un ancla mantiene a flote un barco durante una tormenta, nuestra fe basada en las verdades bíblicas nos sostendrá en momentos difíciles. w20.07 9 párrs. 6, 7
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Testigos de Jehová llevan enseñanzas bíblicas a los cementerios de Brasil
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