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martes, 8 de diciembre de 2020

SEMANA DEL 7 DICIEMBRE 2020

 



CUANDO JESÚS SUBIÓ AL CIELO, ¿ERES CAPAZ DE DECIR SI SE LE SIGUIÓ LLAMANDO HIJO DEL HOMBRE O YA COMO ESPÍRITU DEJÓ DE SERLO?
EL HIJO DEL HOMBRE
Un título poco común
A través de los Evangelios, en casi 80 ocasiones, Jesús usa el extraño título de “Hijo del Hombre” para referirse a sí mismo. En Marcos 10:45 dice: “ni siquiera el Hijo del Hombre vino para que le sirvieran, sino para servir a los demás y para dar su vida como rescate a cambio de muchas personas”. ¿Por qué habló así en vez de decir simplemente “yo”? Para poder entender este inusual título, debemos regresar al hebreo original que habló Jesús.
Un simple mortal
En hebreo “Hijo del Hombre” es Ben Adam que literalmente significa “Hijo de Adán”. Más bien que referirse a Adán como persona, tiene el sentido genérico de “humanidad”, por lo que, en esencia, la expresión ben–ʼa·dhám significa “hijo de la humanidad; hijo humano o terrestre”. Muchos de los profetas hebreos del Antiguo Testamento se refirieron a sí mismos de esta manera para destacar su propia mortalidad. Aunque el profeta tenga visiones de Dios que la gente normal no puede ver, sigue siendo un humano normal, descendiente de Adán, como tú y yo. Jesús, sin embargo, tenía otra razón para usar este título.
Comprende las palabras originales de Jesús
Era una referencia secreta al Mesías que había sido profetizada por Daniel: “vi venir con las nubes de los cielos a alguien parecido a un hijo del hombre…recibió dominio, honra y un reino" (Dan. 7:13-14). El término “Ser humano” en el hebreo original es Ben Adam, que quiere decir Hijo del Hombre. De esta manera, Jesús reveló su verdadera identidad mesiánica solamente a aquellos que comprendían el hebreo, evitando así el conflicto con las autoridades romanas, que no lo hacían.
Aunque Jesucristo sacrificó su naturaleza humana como rescate por la humanidad, en su posición celestial sigue aplicándole la designación mesiánica “Hijo del hombre”.
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Martes 8 de diciembre
Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna (Juan 6:68).
Hoy día ha habido quienes han tropezado por alguna aclaración de un pasaje de la Biblia. Otros quizás se han puesto de parte de apóstatas o de personas que se oponen a nuestras creencias. Sea por un motivo u otro, han decidido “alejarse” de Jehová y de la congregación (Heb. 3:12-14). Habría sido mucho mejor que hubieran mantenido la fe y la confianza en Jesús, como hizo el apóstol Pedro. En cambio, otros han dejado la verdad poco a poco, puede que incluso sin darse cuenta de ello. La Biblia los compara a un barco que va “a la deriva” y se aleja lentamente de la orilla (Heb. 2:1). Por lo general, no tenían la intención de dejar la verdad, pero permitieron que su relación con Jehová se fuera debilitando hasta que al final la perdieron.


¿LO DISEÑÓ ALGUIEN?

La ventosa de la rémora. JW.ORG




TURKMENISTÁN

Selim Taganov sale de la cárcel después de cumplir una condena de un año en Turkmenistán




Miércoles 9 de diciembre
Tu pueblo se ofrecerá de buena gana (Sal. 110:3).
Si tenemos el deseo de recibir mayor capacitación para servir a Jehová, tal vez llenemos los requisitos para asistir a la Escuela para Evangelizadores del Reino. En ella se prepara a hombres y mujeres espirituales que son siervos de tiempo completo para que la organización de Jehová pueda usarlos en mayor medida. Los que solicitan asistir a este curso deben tener la disposición de aceptar cualquier asignación que reciban al graduarse. ¿Estaríamos dispuestos a asistir a esta escuela y así recibir mayores responsabilidades? (1 Cor. 9:23). Los siervos de Jehová deseamos ser generosos, demostrar amor y bondad, e interesarnos todos los días por los demás. Esto nos hace sentir gozo, paz y felicidad (Gál. 5:22, 23). No importa cuáles sean nuestras circunstancias, podemos disfrutar de la alegría de imitar la generosidad de Jehová y de contarnos entre sus queridos colaboradores (Prov. 3:9, 10). w18.08 27 párrs. 16-18



Jueves 10 de diciembre
Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre (Mat. 19:6).
Quizás alguien pregunte: “¿Hay algún motivo que permita al cristiano divorciarse y volverse a casar?”. Pues bien, Jesús dejó claro qué pensaba del divorcio: “Cualquiera que se divorcie de su esposa y se case con otra comete adulterio contra ella, y si alguna vez una mujer, después de divorciarse de su esposo, se casa con otro, ella comete adulterio” (Mar. 10:11, 12; Luc. 16:18). Está claro que Jesús honraba el matrimonio, y quería que los demás hicieran lo mismo. Quien se divorciaba de su cónyuge fiel poniendo cualquier pretexto y se casaba con otra persona cometía adulterio. Esto es así porque a los ojos de Dios el divorcio en sí mismo no pone fin al matrimonio. Para él, los dos siguen siendo “una sola carne”. Además, Jesús dijo que el que se divorciaba de una esposa inocente la exponía al adulterio. ¿Por qué? Porque en aquel tiempo la mujer divorciada podía verse obligada a casarse para tener sustento. Y ese segundo matrimonio equivalía al adulterio. w18.12 11 párrs. 8, 9


JW.ORG
GUÍA DE ACTIVIDADES
Marzo y abril de 2021

Viernes 11 de diciembre
En mi puesto de guardia ciertamente seguiré de pie (Hab. 2:1).
La conversación que Habacuc mantuvo con Jehová le dio paz interior. Así que se decidió a seguir esperando con confianza a que Jehová actuara. Esta no fue una reacción emocional, pues más adelante volvió a decir que esperaría “calladamente el día de la angustia” (Hab. 3:16). ¿Qué aprendemos de la actitud de Habacuc? Primero, que no debemos dejar de orar a Jehová, no importa cuáles sean las dificultades. Segundo, que tenemos que escuchar lo que él nos dice mediante su Palabra y su organización. Y, tercero, que debemos esperar con paciencia a que actúe, con plena confianza en que aliviará nuestro sufrimiento a su debido tiempo. Si hacemos todo esto, como Habacuc, también tendremos paz interior, que nos ayudará a aguantar. La esperanza fortalecerá nuestra paciencia, y esta a su vez nos ayudará a estar contentos pese a los problemas. La esperanza nos ayuda a confiar en que nuestro Padre celestial actuará (Rom. 12:12). w18.11 15, 16 párrs. 11, 12



Satanás contestó a Jehová y dijo: “¿Ha temido Job a Dios por nada? Sírvete alargar la mano, y toca todo lo que tiene, y ve si no te maldice en tu misma cara” (Job 1:9, 11). ¿Por qué es tan importante que cada uno de nosotros sea íntegro? Porque Satanás ha desafiado a Jehová y a cada uno de nosotros. Ese ángel rebelde manchó el buen nombre de Jehová dando a entender que es un gobernante malo, egoísta y corrupto. Por desgracia, Adán y Eva se pusieron del lado de Satanás y se rebelaron contra Dios (Gén. 3:1-6). Mientras vivían en Edén, habían tenido incontables oportunidades de fortalecer su amor por Jehová. Pero, cuando Satanás se rebeló, el amor que ellos sentían por Jehová no era completo o íntegro. Mucho tiempo después, en los días de Job, se planteó otra cuestión: ¿Habría seres humanos que fueran leales a Jehová por amor? En otras palabras, ¿son los seres humanos capaces de ser íntegros? (Job 1:8-11). Job era imperfecto y cometía errores, como todos nosotros. Pero Dios lo amaba por su integridad. w19.02 3, 4 párrs. 6, 7

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