En los Estados Unidos de América y otros países, los esfuerzos jurídicos de los TcJ han conseguido algunas de las decisiones judiciales más importantes en materia de libertad de religión, de prensa y expresión. De los 72 casos de los Testigos de Jehová que han sido llevados ante la Corte Suprema de los EE.UU., el Tribunal de Justicia falló a favor de ellos 47 veces. Comentarios de expertos juridicos:
"Los casos que los testigos estaban involucrados en el fundamento de la primera enmienda de protección para todos los ciudadanos", "Testigos de Jehová han hecho más para ayudar a preservar nuestras libertades que cualquier otro grupo religioso."
Así que aquellos que creen los testigos de Jehová son malos o un problema, pienselo de nuevo ... ... Si no fuera por ellos, algunos de los derechos y libertades que tenemos hoy en día no existirian. Piense al respecto ...
Prensa internacional, tanto rusa como estadounidense comenta sobre la influencia de los TcJ en las leyes estatales, sobre todo con la pluma tan reconocida de Joel Engardio.
En Estados Unidos, los testigos de Jehová perdieron su primera enmienda legal por las libertades en la década de 1940, cuando Eleanor Roosevelt era la Primera Dama. Fueron encarcelados cuando predicaban, despedidos de sus trabajos y sus hijos fueron expulsados de las escuelas públicas. Pero Roosevelt defendió públicamente los derechos de los testigos de Jehová a pesar de la gran impopularidad de este colectivo. Llamó a la calma cuando los testigos fueron atacados por turbas en más de 40 estados. Lo que entendió Roosevelt fue el “Efecto del canario en una mina de carbón”: los testigos eran el canario y la Primera Enmienda estaba en juego. Si la voz de un grupo se extingue a capricho de quien tenga el mayor poder o la mayor popularidad, se crea un ambiente tóxico en el que se puede disolver rápidamente cualquier grupo impopular que surja.
En 1940 la Corte Suprema de Estados Unidos actuó de igual forma que la corte rusa en la actualidad cuando legisló en contra de los testigos de Jehová. Entonces, éstos fueron considerados como un peligroso elemento subversivo contra el Estado. No querían rendir homenaje a la bandera puesto que tal lealtad sólo era para Dios y éste no era americano (los testigos alemanes rechazaban también el homenaje nazi por la misma razón, y fueron encerrados en campos de concentración por ello). La respuesta de la Corte Suprema de Estados Unidos en el caso de los hermanos Gobitis (expulsados de la escuela de Minersville, Pennsylvania, por negarse a homenajear la bandera) fue una decisión espeluznante, que afirmaba que una sociedad libre podría forzar a sus ciudadanos a tomar parte en rituales patrióticos.
Los testigos de Jehová desobedecieron la sentencia y la violencia callejera continuaba. Éste era el contexto en el que Eleanor Roosevelt se pronunció. En 1943, en el punto álgido de la Segunda Guerra Mundial, la Corte Suprema reconoció que se había equivocado cuando afirmó que el nacionalismo podía ser impuesto por el estado. En el caso de la Junta de Educación de Virginia del Oeste (que consideraba la negación al homenaje a la bandera como una insubordinación penada con la expulsión y con cargos de delincuencia) la justicia corrigió su decisión previa, un hecho que ocurrió durante el Día de la Bandera
La Corte Suprema acabó conociendo muy bien a los testigos de Jehová. Éstos habían ganado 50 casos que extendieron la libertad para todo el mundo, incluso para grupos que estaban en desacuerdo con ellos. Los precedentes fijados por los testigos de Jehová en la década de 1940 ayudaron a los pioneros del movimiento por los nuevos derechos civiles para otros grupos impopulares que buscaban una igualdad reconocida por la Constitución: mujeres, personas de color, gays y lesbianas. Si Eleanor Roosevelt no hubiera hablado en defensa de los testigos de Jehová y si éstos hubieran sido rápidamente asfixiados en la “mina de carbón” de la Primera Enmienda, ¿cuánta libertad de expresión habría existido para los grupos impopulares que les siguieron?
Los rusos pueden encontrar tan irritantes las prácticas de los testigos de Jehová como las encontraron los americanos. Pero un pequeño golpe en la puerta es una irritación necesaria para vivir en una sociedad libre. Sin esa libertad, ¿qué pasará cuando los ciudadanos rusos quieran divulgar una petición colectiva contra la malversación gubernamental, o cuando digan algo crítico contra Vladimir Putin?
Algunos argumentan que los testigos de Jehová no merecen un tratamiento justo porque no adoptan una total libertad de expresión o igualdad en su propia organización: el matrimonio gay está prohibido, a las mujeres no se les permite ser líderes religiosas o enseñar a los miembros, los miembros que insisten en violar el código moral o en cambiar la doctrina son objeto de expulsión y rechazo. Pero buena parte de las principales religiones del mundo aún siguen las mismas políticas. ¿Qué pasaría si una nación libre y democrática, como Rusia dice ser, prohibiera la Iglesia católica?
Una verdadera democracia permite la libertad de todas las religiones, incluso si una religión se muestra opresiva bajo los estándares de los ajenos a ella. En una sociedad libre, la gente es capaz de elegir si quieren y cómo quieren creer. Una religión crecerá con fuerza o se marchitará según la demanda popular. En los Estados Unidos hay 1.1 millones de personas que aceptan la teología de los testigos de Jehová (un 0,3 por ciento de la población). En Rusia, 160.000 personas han elegido unirse a esta fe. El mercado determina la membresía de una religión. No es propio de un gobierno el decir qué religión es buena y cuál es mala
Al final, la verdad prevalecerá. Siempre lo hace. Pero llegar a la verdad puede estar cargado de peligro cuando un gobierno decide ahogar las ideas antes de que consigan explicarse. Por ello es por lo que sería bueno para Hillary Clinton que actuara como Eleanor Roosevelt en este caso de los testigos de Jehová en Rusia.
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